EL REVÉS DE MIS OJOS

TRANCO XIV

Apuntes. Unos más elaborados, otros menos. El lápiz veloz para captar el natural, en unos;

o meticuloso para recrearlo, en otros.

Apuntes de personajes, de desnudos, de manos, de paisajes, de...

Y bocetos que serán cuadros.

Los dividiré en varias entradas -trancos me gusta llamarlas, como se denominaba antiguamente a los capítulos de los libros- para no hacerlo demasiado largo.

Éste lo dedicaré a personajes.

A los catorce y quince años me pasaba las tardes de los domingos, armado con bloc y lápiz, paseando por los parques en busca de alguien a quien dibujar. De esa época son los dos apuntes que siguen, los únicos que conservo de entonces.

También me gustaba ir a los cementerios. Amaba su paz. Paseaba entre lápidas, esculturas y mausoleos.

Y escribía.

Recuerdo una ocasión en que tomé un taxi y dije:

- Al cementerio, por favor.

- ¿A cual? -preguntó el taxista-.

- ¡Ah!, me es igual.

La cara de pasmo del hombre era para verse.

No conservo ninguno de aquellos escritos pero recuerdo el principio de uno de ellos:

"Hoy he estado en la casa de los muertos. Es una casa grande, con amplios pasillos limitados por imponentes cipreses, suelo de grava y techo de estrellas..." Y lo recuerdo porque en la prueba de reválida de bachillerato -prueba en la que no se podía escribir el nombre, ni hacer marca alguna en las hojas so pena de suspenso- el examen de literatura se completaba con una redacción y escribí ese texto. Quedé muy satisfecho esperando un sobresaliente en esa materia que me ayudaría a equilibrar otras, como la Religión y la Formación de Espíritu Nacional, que llevaba muy mal. Y lo firmé. Camino de casa, de golpe, me di cuenta de que no necesitaba esperar los resultados: el suspenso lo tenía asegurado.

Pero hablábamos de apuntes.